Una crítica a los monólogos disfrazados de enseñanza

¿Te ha pasado que estás en clase de inglés y parece que solo el profesor está aprendiendo? Él habla, explica, anota… y tú solo escuchas y tomas apuntes, como si tuvieras que memorizar cada palabra para sobrevivir. A la media hora, ya ni sabes en qué parte del cuaderno estás.

La educación bancaria de Paulo Freire. 

Eso es lo que Paulo Freire llamaba “educación bancaria”: el maestro deposita información y el alumno la guarda sin cuestionarla ni usarla. En la enseñanza del inglés, esto se traduce en clases centradas en el profesor, donde el estudiante es solo un recipiente. Claro, es útil que el docente tenga el control del grupo, organice las actividades y evite el caos. Pero cuando el maestro habla todo el tiempo y los alumnos nunca practican, el aprendizaje se vuelve pasivo e ineficaz.

El inglés NO es memorizar. 

Aprender un idioma no es como aprender historia; no basta con saber qué es el presente perfecto, hay que usar el presente perfecto. Pero si los estudiantes solo escuchan explicaciones, ¿cuándo practicarán? ¿Cuándo cometerán errores, preguntarán, construirán frases propias, jugarán con el idioma? Si nunca les damos esa oportunidad, solo estamos criando loros con buena memoria, no hablantes competentes.

Dejar que los alumnos se expresen, se equivoquen y descubran por sí mismos no es caos: es aprendizaje real. Y eso sí que vale la pena promover.

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