Editorial: El lado flaco del enfoque por competencias en la enseñanza del inglés

En los últimos años, el enfoque por competencias se ha convertido en el estandarte de muchos planes educativos en la enseñanza del inglés. Se promueve la integración equilibrada del “saber”, el “saber hacer” y el “saber ser”. En teoría, esta triada debería formar egresados capaces de comunicarse, resolver problemas y desenvolverse con ética en contextos laborales y sociales. Sin embargo, en la práctica, esto rara vez ocurre de forma armónica.

El "favoritismo" en las competencias. 

Muchos docentes, por formación o por comodidad, tienden a favorecer uno de estos tres pilares. Es común encontrar programas centrados casi exclusivamente en el “saber”, con clases saturadas de contenido gramatical y terminología lingüística. Se forman estudiantes que conocen bien los tiempos verbales, pero no saben aplicarlos en una entrevista de trabajo o en una reunión de negocios. El “saber hacer” y el “saber ser” quedan relegados a un segundo plano, cuando no ignorados por completo.

Esta preferencia parcial desvirtúa el propósito de la educación basada en competencias. Los estudiantes pueden aprobar exámenes, pero fracasan al enfrentar entornos laborales reales, donde se espera que tomen decisiones, colaboren, se comuniquen efectivamente y actúen con responsabilidad.

¿Entonces? ¿Qué debemos hacer?

La raíz del problema no está en el enfoque en sí, sino en su implementación. Necesitamos docentes conscientes de que enseñar inglés no es solo transmitir conocimiento lingüístico, sino formar individuos competentes, integrales y adaptables. Mientras sigamos privilegiando un solo eje de la competencia, seguiremos graduando hablantes pasivos, no profesionales funcionales. Y eso, sencillamente, no es suficiente.

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